Todo el desarrollo del alumno está
basado en estrategias que son construidas por educadores y pensadores, que en
el decorrer de los años colectan datos diversos para estructurar distintas
formas de aprendizaje. Con eso, intentan en las clases de las escuelas,
construir personas mejores y más satisfechas con su vida mirando su propio
futuro.
Pero, para que se haga eso, hay una
barrera cada día más fuerte que no está en las discusiones estructurales de
cómo se obtienen o se transfieren o incluso se discuten con el alumnado los
conocimientos sobre determinado tema.
Distintos procesos burocráticos invaden
las tomadas de decisiones sobre lo que debe hacer, lo que debe presentar,
cómo demostrar y evaluar a esos mismos alumnos.
Esos procesos van de un punto donde toda
la estructura educacional, principalmente aquella que comienza en el gobierno
federal, dicta reglas para que determinadas actividades sean escritas y
nuevamente colocadas en otros papeles y que todo sea detallado para que
el alumno sea conocido mejor. Ocurre, que todo los procesos demandan mucho
tiempo e inversiones y parte significativa de lo que podría ser dedicado al
desarrollo del alumno es dedicado a papeles y documentos que en nada enriquecen
su aprendizaje.
Lo que ocurre también son las cantidades
de clases y asignaturas muchas veces distintas entre ellas (por ejemplo,
historia, sociología y filosofía) que los profesores hacen, con distintos
grupos de distintos años escolares, donde es necesario rellenar los diarios de las
clases y todo lo que los alumnos hacen. Y por qué lo hacen? Porque hay fiscales
de profesores que son comandados por coordinadores que son comandados por
directores, y todos ellos tienen que hacer reportes, con nuevas y ya sabidas informaciones.
Todos los jefes cobran la documentación, la burocracia, ninguno cobra una buena
calidad de clase.

Hay también la distancia entre los
profesores y la gestión cuanto a planear la educación en termos de macro planificación.
Hay un cierto grupo de burócratas que dirije la educación por entero y el
profesor se queda como un mero ejecutor de un programa que viene de arriba para
abajo.
En resumen hay una cantidad muy grande
de papeles, procesos, trabajo doblado, niveles, y principalmente una estructura
jerárquica que no cambia desde el siglo XVIII. Hace 200 años que las clases tienen
el mismo formato y siempre cuando hay intentos de cambiar no alcanzan el éxito justamente
porque la burocracia asociada al miedo de la mudanza necesaria no permiten – o dificultan mucho más de lo que deberían –
que suceda.
Giancarlo
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